Confieso que no soy una mosca muy dada a sobrevolar entre capirotes y que llegando estas fechas , sobre todo si tenemos suerte y hace calorcita, prefiero el chiringuito playero con su apetecible olor a sardina espetada o asaeteada que la saeta incomprensible y terriblemente ejecutada de un señor que mendiga balcones que nadie le presta, con el alivio de hermanos, nazarenos y costaleros.
Como digo, no soy semanasantera pero respeto a los muchos que viven su Semana Grande con pasión , con recogimiento y con sacrificios ocultos tras el capirote o la trabajadera.
Ese mismo respeto deberían mostrar algunos o algunas como en la foto que no parece que vayan en plan penitente sino a lucir carrito y niño o niña, creando una situación de lo más grotesca entorpeciendo y paralizando la formación y atendiendo más a las preguntas y expresiones al uso en estas ocasiones : !¡ay, que preciosidad si se parece a ti!!!, (¡pero señora como carajo puede saberlo si el que achucha el carrito lleva la cara tapada!).
No me gusta mostrar la identidad de niños pero en este caso es que ni se le ve la cara debajo de esa especie de parche cabecero a juego con la túnica. Y qué decir de esa forma tan extraordinaria de portar el cirio!
Vamos, que prohiben esas preciosidades de mujeres con mantilla y correspondiente escote, convenientemente maquilladas y de labios carnosos y rojos y sin embargo esto parece que pasa desapercibido
Bueno, esto y los niños con tamborcito es lo que me hace huir de semanas santas y acudir al chiringuito... aunque allí no hay tamborcitos pero siempre hay un tocador de acordeón y pelotas...
¿No será que me estoy volviendo demasiado cohonera?
Estoy de acuerdo contigo pero esas personas sólo se acuerdan de Jesús esos días y el resto del año? Un saludo
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